Hay que tener en cuenta el impacto psicológico en los niños, paralelo al físico, que la actividad física provoca en ellos. La mayoría de los deportistas infantiles aprenden a soportar y convivir con las fuentes generadoras de estrés durante la competición. Sin embargo, en una minoría de los niños, el estrés competitivo tiene una intensidad suficiente para provocarles efectos negativos en aspectos psicológicos, conducta, salud, participación, abandono del deporte, rendimiento, bienestar físico y también problemas físicos como problemas gastrointestinales y alteración en los hábitos alimenticios y trastorno del sueño.
Visto todo los efectos negativos que produce la ansiedad tenemos el deber de intervenir y reducir ese estrés en el ámbito deportivo, con programas que ayuden a los jóvenes deportistas a que alcancen un mayor control, mediante técnicas de autocontrol y relajación.
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